25.4.07

O Negocio das ONGs


Transcribimos un texto moi interesante que remite o compañeiro Xabier:


"España: Un país muy sensibilizado" Alicia Couselo
Desde que la pobreza es negocio, las campañas nos atosigan en todos los frentes y las agendas se colapsan. Las acciones, actos, campañas y debates sobre toda clase de cuestiones, desde el racismo a la violencia de género pasando por el cambio climático a la inmigración o la guerra, se suceden con la intención de sensibilizarnos, suponiendo que cuanto más sepamos, más solucionamos.
Sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que los españoles conforman un pueblo muy informado, pero esta información nos conduce por vías muy alejadas de encontrar una solución para lo que nos preocupa. Una vez apagada la televisión y doblado el periódico, nos quedan en la cabeza dos conclusiones: una, que el mundo está fatal, dos, que se arregla con 10 euros por mes y sobre todo, que eso es lo único que se puede hacer.
En esta línea está el impecable documental de Javier Bardem, “Invisibles”, al que TV2 dedicó un horario privilegiado la semana pasada. Junto con Médicos sin Fronteras, cinco directores de postín hicieron cinco historias a cual más interesante. Isabel Coixet nos habló de la vinchuca y el mal de Chagas en Bolivia. Win Wenders nos mostró testimonios sobre la violación como arma de guerra en África, Fernando León a los niños soldados, Mariano Barroso, el problema de la enfermedad del sueño y Javier Corchera el problema de los campesinos desplazados en Colombia.
Todas estas historias tienen algo en común: no se sabe por qué pasan las cosas. Es decir, “Invisibles” es una película pretendidamente apolítica en cuanto que simplemente muestra las consecuencias, pasando de puntillas por las causas. Salvo en la historia sobre Colombia, en que se habla de pasada sobre los paramilitares, el gobierno de Uribe y el robo de las tierras a los campesinos para las multinacionales, en las demás se suceden una serie de relatos escalofriantes de los que el espectador solamente saca una conclusión: esa gente está loca y eso no tiene arreglo. O si. El camino que señala la película es conversar con las multinacionales para convencerlas de cambiar su forma de hacer las cosas, que es lo que hacen los muchachos de Médicos sin Fronteras en el capítulo que trata la enfermedad del sueño.
Hacer una campaña de denuncia de una situación sin señalar las causas y a los responsables con nombre y apellido es hacer política. Y si además, la propuesta es dialogar con las empresas para que cambien sus prácticas, el objetivo está cumplido. Por un lado se consigue confundir a la gente, por otro convertirla en cómplice de la situación que se está denunciando, y por último se evita que se implique políticamente en buscar la resolución del problema.
Esta forma de hacer política, ¿a quién beneficia? En el estado español, coincidiendo con las agresivas políticas de privatización de los estados y los servicios públicos, se han creadomás de 3.000 ONG que mueven más de 2.000 millones de euros, con las que colaboran más de 4, 5 millones de personas. Tienen unos 200.000 empleados y cuentan con más de un millón de voluntarios (1). Es decir, hay 4 millones y medio de personas sensibilizadas de la situación de desigualdad, injusticia y pobreza que se sufre aquí y en el mundo y un millón dispuesta a involucrarse directamente en la eliminación de estos problemas. Además, hay 200.000 expertos, que cobran un sueldo para investigar con todo tipo de detalle el funcionamiento de, por ejemplo, las multinacionales en América Latina, el sistema penitenciario en Asia o la vida de los gitanos en Andalucía.
¿Cómo se decide el ámbito en el que la ONG va a trabajar? En primer lugar, los Estados impulsan una determinada política y los trabajadores asalariados junto con los dirigentes de las ONG buscan un hueco en el que meterse. En este momento, la política neoliberal se está vendiendo a los ciudadanos bajo el discurso de los Objetivos del Milenio, unos objetivos imposibles de cumplir en un sistema capitalista neoliberal. Estos objetivos abarcan absolutamente todas las áreas inimaginables, desde la igualdad de género a la deuda externa o la inmigración y se meten bajo el paraguas de “lucha contra la pobreza”. Así, nos encontramos con que todo el mundo está luchando contra la pobreza y en primer lugar, sus propios causantes.
Esta “lucha contra la pobreza” la llevan adelante las ONG. Así, eligiendo al azar, nos encontramos con Solidarios para el Desarrollo, una ONG relacionada con la universidad complutense, cuya actividad más conocida es repartir en invierno café caliente y bollos entre los mendigos de la Gran Vía. Sin embargo, esta ONG, que en 2004 tuvo unos ingresos de más de 800.000 euros, tiene muchas otras actividades, principalmente dirigidas a “los más desfavorecidos” del estado español y el mundo, y obtiene sus fondos no sólo de las instituciones del Estado, como el Ayuntamiento de Madrid sino también de conocidas empresas, como VIPS, Microsoft, Caja Madrid o Disney España.
Si uno es un sensibilizado ciudadano que quiere “hacer algo”, lo primero que tendrá que preguntarse es cómo se entiende que VIPS se preocupe por la miseria en el mundo, colabore en campañas y con organizaciones que dicen luchar por su erradicación y al mismo tiempo, tenga a sus empleados en condiciones laborales y salariales de pena.
Lo mismo podemos decir de Repsol, que financia a nada menos que 217 ONG y también de la Cruz Roja, la madre de todas las ONG, con una fuerza laboral compuesta de nada menos que 140.000 voluntarios. Como denuncian Precarias a la Deriva (2) con motivo del despido de una compañera por “terminación de contrato”:
“Nos llama la atención la acumulación de dinero público en forma de subvenciones para la organización no gubernamental que más dinero gubernamental recibe. Nos preocupa cómo detrás de su pretensión de neutralidad e independencia se oculta la dependencia de gobiernos y de intereses de control, sujeción y contención de los “colectivos vulnerables”. Nos preocupa el asistencialismo que empieza por estigmatizar como “vulnerable” a quien ha visto vulnerados sus derechos; esta asistencia –que contiene, sujeta y controla- y no promueve la transformación de las condiciones sociales y políticas que provocan vulneraciones de derechos.”
Tirando del hilo, vemos que todas estas políticas de sensibilización hacen de tapadera de importantes sectores del poder. Las empresas y sus representantes, los partidos y sindicatos institucionales, transmiten mediante las ONG el mensaje de que las cosas son como son, lo único posible es votar cada cuatro años y por supuesto, algo se hace con los 10 euros de cuota mensual. Cualquier otra cosa es pura subversión.
¿Se nos ha ocurrido pensar todo lo que podría hacer ese 4 millones y medio de personas si quisieran de verdad cambiar algo en el mundo? O el millón de voluntarios o los 200.000 empleados con sueldo que trabajan para las ONG. Podrían, por ejemplo, estar haciendo política para cambiar radicalmente la estructura de la sociedad, conformando la base de un movimiento organizado. Pero lamentablemente esto es un mal negocio y tiene poca o ninguna financiación del Estado.

Notas:
1.(véase www. consumer.es-eroski)

2.Qué cruz. Cruz Roja y el negocio de la exclusión,

http://www.sindominio.net/karakola/precarias/cruzroja/CR_panfleto.htm

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Comparto el punto de vista de crítico con las ONGs, pero tengo mis dudas con respecto al poder transformador de la acción política, en estos tiempos y en esta sociedad. Es más: creo que solo los cambios bruscos que asoman por nuestro horizonte van a mobilizar a las sociedades ricas en la transformación del mundo. Es decir, se cambiará cuando no quede más remedio. Y cuando comienze ese proceso será cuando podamos recoger el fruto del trabajo cultural, social y político que seamos capaces de hacer ahora. De ahí que me suene bien lo de "¡hasta la victoria siempre, compañeros!"

Anónimo dijo...

Gracias por el comentario. De hecho pretendemos que los articulos generen debate.

Anónimo dijo...
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