23.10.06

Nuestro mundo está en crisis.


Autor: Jose Antonio Valverde

Nuestro mundo está en crisis ¿Alguna vez no ha sido más o menos cierta esta afirmación?
Los síntomas de la crisis que nos toca en los albores del S XXI incluyen aspectos sociales (el aumento de la pobreza en el mundo, incluso en los países ricos, es palpable; la huida del hambre y de la miseria genera corrientes de emigración que desequilibran las sociedades; los derechos sociales conquistados a lo largo de años de lucha están en peligro en todo el planeta...) y ecológicos (¿Quién no ha oído hablar del cambio climático, de la escasez de agua o de la perdida de la biodiversidad y de la amenaza que estos procesos suponen para toda la humanidad?). A la innegable presencia de estos problemas hay que añadir otros que son “problemas colaterales”: por todo el planeta se ha extendido –o han extendido- una cultura de resignación que no solo contamina la doctrina y las prácticas políticas institucionales, sino que impregna el pensamiento colectivo con la desazón y la apatía, convenientemente aderezadas con individualismo y consumismo. Mientras funcione, aunque solo sea en precario, el “sálvese quien pueda”, la ideología que sustenta a“los nuevos tiempos” apenas va a ser contestada.
¿Apenas? En las regiones periféricas del mundo, aquellas en las que la pobreza ha llegado antes y con más fuerza, se están desarrollando poderosos movimientos sociales con fuerza para contestar “al sistema”, al neoliberalismo, a la globalización o como lo queramos llamar. Recordemos a los Zapatistas de México, al “Movimiento de los Sin Tierra” de Brasil, a los movimientos sociales en Europa que luchan por un mundo más justo y un planeta solidario.
¿Cuántos somos? ¿Qué decimos? ¿Qué pasa en Betanzos?
A veces los árboles no nos dejan ver el bosque. Es entonces cuando nos perdemos. Ver y pensar lo que ocurre en nuestro mundo requiere información, pero el consumismo informativo produce ceguera. ¿Cómo, si no, en tiempos en los que la información y las noticias vuelan, apenas sabemos nada de los que más sufren y de sus luchas por superar el sufrimiento? ¿Por qué no podemos estar seguros, a pesar de todo lo que se ha extendido el conocimiento, de qué es lo que está pasando en Bolivia, pongamos por caso, o en la Venezuela de la revolución bolivariana? O en Irak, Somalia, el Congo...
A día de hoy hasta los más reticentes reconocen que Irak no poseía armas de destrucción masiva, ni relaciones con el terrorismo islámico, antes de la última guerra. En buena parte del mundo, incluso en España, se produjeron movimientos sociales de protesta contra la guerra. En aquellos momentos resultaba doloroso ver el cinismo con el que se estaba mintiendo a la opinión pública, el mismo cinismo que ha llevado a los promotores de esa guerra a reconocer sin pudor que ni armas de destrucción masiva ni nidos de terroristas encontraron en el país invadido y devastado... y tras esa revelación, ni se sonrojaron. Ni siquiera trataron de completar el engaño presentando a la opinión pública arsenales falsos. ¿No será que piensan que ya no existe opinión pública digna de ser tenida en cuenta, y que por tanto no hace falta engañarla?
Quizás debamos preguntarnos, cuando miramos al mundo, si no será que los árboles no nos dejan ver el bosque.
Quizás nos haga falta “otra mirada”, una que enfoque el mundo desde el corazón humano, desde los intereses más hondos de la persona. Otra mirada que no loquee entre las infinitas luces de colores con las que tratan de distraernos.
Una mirada capaz de enfocar desde la crisis de Oriente Próximo hasta el modelo de ciudad en que queremos vivir, atendiendo a nuestros intereses más profundos, no a los que nos presentan como nuestros intereses.
Y así, mirando de otra manera, entendernos y entender lo que sucede a nuestro alrededor, para actuar conforme a lo que somos. Humanos.
Compartir y reflexionar son verbos revolucionarios. Por eso reivindicamos espacios para unir información-reflexión-encuentro, convencidos de que mirando las cosas con calma y hondura las veremos de otra manera. Como vemos de otra manera nuestra ciudad cuando nos bajamos del coche. O como vemos de otra manera a alguien a quien además de ver escuchamos y sentimos.
Para que seamos menos revolucionarios nos hacen vivir con prisas. Nos dan tanta información como sea necesario para desinformarnos; nos convencen de que lo importante es lo que tenemos, no lo que somos. Y en esa dinámica que interiorizamos desde que nacemos nos vamos aislando y compitiendo con los demás, hasta que nos anulamos como dueños auténticos de nuestra vida y de nuestra historia. Mirar más hondo y más lejos para ser más libres. Mirar de otra manera y compartir lo que veamos. Ese es el tema por el que vamos a trabajar.

No hay comentarios: